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Bandejas de flores calientan motores en el umbráculo, paso intermedio entre el invernadero y la colocación en la calle. / LUIS MICHELENA
Los viveros de Putzueta meten una marcha más y se reinventan. Las cuatro hectáreas de que dispone el Ayuntamiento de Donostia en Lau Haizeta (Altza) buscan cómo ser más productivas, más sostenibles y más didácticas. En estos terrenos se producen, con solo dos trabajadores y una responsable, las 250.000 plantas que adornan los jardines de la ciudad. El plan director de estas instalaciones, que se aprobará en breve, plantea una reordenación de los espacios dentro de la parcela para aumentar un 42% la superficie útil de producción, introducir nuevos sistemas de energía renovable y acondicionar un aula didáctica y divulgativa para abrirlo al público. «Queremos que la gente venga, lo vea, aprenda, pregunte y sea cómplice en nuestra apuesta por revegetar la ciudad, bien sea cuidando los espacios públicos o introduciendo plantas en los espacios privados», explica la concejala de Ecología, Marisol Garmendia (PSE).
En el número 8 de Putzueta bidea, el camino que sale de la parte trasera de Garbera hacia Lau Haizeta y termina en San Marcos, se encuentra la finca donde se ubican los viveros municipales. Es una parcela con una fuerte pendiente descendente de 41.859 m2 que hoy solo tiene 14.337 m2 como superficie útil de producción (el 35% del total). Tras una zona de aparcamiento nos encontramos con las instalaciones principales del vivero, un espacio cubierto de almacén y el invernadero (1.440 m2) donde se miman las flores que luego veremos en los jardines de la ciudad, según nos explican la responsable, Maite Santiago, y los técnicos Urko Etxeberria y Jon Alkorta.
Topografía. 55 metros de desnivel entre un extremo y otro de la parcela. El 40% de la finca presenta pendiente superior al 30%.
Productividad. Persigue aumentar un 41,84% la superficie útil de producción de plantas del vivero, hoy de 14.337 m2.
Apertura. Creación de un aula didáctica para hacer talleres con la ciudadanía.
Sostenibilidad. Sustitución de la caldera de gas propano por una de biomasa.
Variedad. Ampliar la producción del vivero para poder exhibir cubiertas y fachadas verdes, crear un jardín de agua, generar nuevos tipos de compost...
El ciclo de producción no se inicia con la semilla. «Ese método se utilizó en los viveros de Ulia. nosotros trabajamos con pequeñas plántulas, de especies trabajadas genéticamente, que nos dan garantías de calidad y homogeneidad, y que vienen de Holanda normalmente en unas bandejas de 288 unidades», explican los operarios.
Estos pequeños brotes pasan en Putzueta a unas bandejas de cultivo con sustrato preparado allí mismo para su crecimiento en las mejores condiciones dentro del invernadero. «Trabajamos con unas 50 variedades en total. Cada año investigamos los catálogos, probamos especies nuevas, pero tenemos algunas flores fijas todos los años que sabemos que funcionan bien aquí, como son las begonias, los tagetes, los geranios o las petunias».
Es importante que «la planta salga sana» del invernadero y para eso es fundamental la calidad de la plántula y los cuidados que se le proporcionan durante su crecimiento controlado. Estas instalaciones están totalmente automatizadas para generar el ambiente adecuado y en función de la lluvia, el viento, la humedad, la temperatura y la radiación solar de cada momento las cubiertas cambian mediante unas cortinas de sombreo, se abren o cierran ventanas y se accionan la calefacción o los ventiladores.
Una vez las plantas tienen el tamaño óptimo salen del invernadero hacia el umbráculo, un espacio donde se las endurece para que se preparen para vivir al aire libre. «Dentro del invernadero crecen más pero son más tiernas. Si las pusiéramos directamente en la calle no aguantarían. De esta forma, las tenemos de una a tres semanas fuera, donde crecen menos pero se hacen más resistentes».
Una vez superada esa fase, las flores ya están listas para su transporte y colocación en la calle. Esta semana, durante la visita realizada a Putzueta, comprobamos cómo se preparan las 30 nuevas jardineras verticales que se irán colocando en las próximas semanas por toda la ciudad. Este mes se ha realizado una primera experiencia con mujeres de la asociación Osteguna que ayudaron a preparar estas 'torres floridas' antes de ser colocadas en las calles. «Queremos atraer y recibir a la ciudadanía en el vivero, para dar a conocer el trabajo que se hace aquí, para implicar a los donostiarras en el cuidado de los jardines y para concienciar de las bondades de revegetar la ciudad», señala la jefa de Parques y Jardines, Ainitze Otamendi.
El plan de director del vivero, que ahora se ultima, apuesta por mejorar la productividad de estas instalaciones mediante una reordenación de espacios y un mayor aprovechamiento de la parcela, en la que la superficie útil de producción pasaría de los 14.337 m2 actuales a 20.337 m2, al habilitar una terraza más (ahora se actúa en cinco niveles) en el terreno descendente de la finca. Entre las nuevas instalaciones que recoge el plan figuran unos almacenes bajo el invernadero, una caldera de biomasa (actualmente se utiliza gas propano) en cuya cubierta se recolocarían placas solares, un montacargas, nuevos almacenes de maquinaria y un aula didáctica de 380 m2 que serviría como lugar de encuentro y formación a la ciudadanía.
Este aula transformará el vivero de un enfoque meramente productivo a un espacio «educativo y de investigación sobre las técnicas de revegetación y renaturalización que pueden implementarse en la ciudad», explica Otamendi. Esta ingeniera técnica agrícola cree que se pueden hacer más cosas que ornamentar en las mejores condiciones los jardines de la ciudad. Por ejemplo, mostrar «jardines de lluvia» o SUDS (Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible), que son «zonas húmedas con vegetación propia o zanjas drenantes de depuración natural» que restauran el ciclo natural del agua y corrigen los graves efectos de la impermeabilización de los suelos; pero también reverdecer muros y cubiertas; generar diferentes productos en el proceso de compostaje; o ayudar a la ciudadanía con proyectos de revegetación de sus viviendas.
El vivero dispone de un sistema que recoge en la cubierta del invernadero la lluvia para almacenarla en un gran depósito de 550 m3 que le permite autoabastecerse de agua en casi el 100% de sus necesidades. El plan, no obstante, apuesta por establecer «un plan integral de gestión del agua de lluvia y escorrentía», además de crear «un sistema de drenaje de los lixiviados que se filtrarán de modo natural por vegetación macrófita para evitar la contaminación del río y los acuíferos». También se plantea una mejora de los sistemas de riego «para un funcionamiento más eficiente con el objetivo de reducir el tiempo de riego por parte del personal y reducir la demanda de agua».
A diferencia de lo que suele ser habitual, este plan aún no se ha aprobado pero cuenta ya con 300.000 euros de financiación en los presupuestos municipales de este año.
El tándem Marisol Garmendia/Ainitze Otamendi promete. La, desde el año pasado, nueva jefa de la Sección de Parques y Jardines tiene ganas de hacer cosas nuevas y coincide con la concejala en la necesidad de hacer más accesible y transparente este departamento municipal de alta sensibilidad ciudadana.
El reparto gratuito de las flores que se retiran de los jardines tras cada temporada, la plantación de una 'alfombra' de narcisos en el paseo de Francia, el proyecto de alcorques vivos, las plantaciones de árboles con escolares o las invitaciones a la ciudadanía de los barrios para que participen en la ornamentación de sus espacios verdes, como se hizo en la boulevarización de Loiola, forman parte de este nuevo estilo implantado el último año.
El nuevo plan director de los viveros de Putzueta sigue esta misma senda, de búsqueda de una mayor complicidad, implicación y participación ciudadana en el objetivo de renaturalizar la ciudad. «Los viveros tienen que ser un ejemplo de economía circular y constituirse en un centro abierto a la ciudadanía para que los donostiarras los conozcan; un centro donde transmitir valores, hacer pedagogía y donde se logre una mayor concienciación contra el cambio climático», explica la concejala.
Marisol Garmendia opina que debemos sacar algunas conclusiones de lo que pasó durante la pandemia «cuando vimos que la naturaleza recupera su espacio a poco que los humanos demos un paso atrás. La ciudad reverdece de manera natural si reducimos el tráfico. Eso debemos potenciarlo. Y tenemos que concienciar a los vecinos que ellos tienen que participar en este proceso. Primero con información de lo que se hace aquí en Putzueta y luego con su implicación en estas políticas para lograr una ciudad más verde, más cuidada y sostenible».